"Escríbeme Emmi. Escribir es
como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente"
Mientras escribo esto una molesta brisa que sopla desde el sur de donde estoy sentada me hiela los dedos, y no es tan fácil moverlos, no es divertido, créanme. Pero por este raro clima recordé escribir esta reseña.
La historia narrada en Contra el viento del norte empieza cuando Emmi, la protagonista, envía por error un correo electrónico a Leo y desde allí, poco a poco se establece una relación entre ellos, se enamoran de la IDEA del otro, a tal punto que hasta temen encontrarse en persona por miedo a que esa IDEA pierda el encanto.
Que la historia se desarrolle a través de correos electrónicos tiene sus ventajas y desventajas. A favor, me parece que es una manera muy original y diferente de narración: los correos son divertidos, ingeniosos, sentimentales y desesperados -a momentos- (tomando en cuanta que al escribir, la mayoría de las veces, parecemos más inteligentes e interesantes -.-), y en contra está esa barrera entre los personajes, esa distancia entre lo ideal y lo real.
En ciertas partes el libro se me hizo predecible, empezó a dar vueltas una y otra vez, pero de pronto sucedían cosas que me dejaban con ganas de saber más (ah, esa sensación...)
Déjenme ser poco objetiva:
Algo bueno del libro: Leo
Algo malo: Emmi
De Emmi me molestó lo posesiva y egoísta que ERA (o podía parecer), necesita llevar en el pecho un letrero que diga: "Ven, entrégamelo 'todo', pero no esperes nada de mí". Le agradezco el final del libro, me dejó con la boca abierta.
De Leo, pues, Leo es poesía (cuando escribe borracho), pero poesía al fin.
De los dos me parecía gracioso el drama que armaban sin siquiera conocerse, me angustiaba la espera de los correos electrónicos y me hacía sonreír las cursilerías disfrazadas de sarcasmo.
Fue una lectura rápida y bastante refrescante. Recomendable.
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